El nuevo Sillicon Valley

      Israel, el país cuyo crecimiento a asombrado al mundo. ¿Cómo es posible que uno de los países más conflictivos y con menos recursos pase a ser uno de los más poderosos a nivel global en menos de 73 años desde su creación?


    Actualmente, Israel, es conocida también como "el nuevo Sillicon Valley", ya que es la segunda potencia tecnológica a nivel global por detrás de EEUU. Es tan importante el rango tecnológico que solo en Tel Aviv hay más de 1.000 start ups, y en todo el país se estima que hay una por cada 400 habitantes.



    Pero todo esto no llegó en un día. El primer paso del gobierno Israelí fue un programa de incubadoras tecnológicas. Con ello pretendían darle el primer empujón al país asumiendo la mayor parte de los riegos iniciales, dando empleo a la oleada incipiente de inmigrantes que llegaban tras la caída del muro de Berlín. Y si esto no fue suficiente, en 1993, implantaron Yozma , un fondo de 100 millones de dólares que resultó altamente exitoso.

    Sin embargo, todo esto se miente hasta el día de hoy. Y una de las claves es el componente universitario.
   Los estudiantes Israelíes llegan a la universidad con 22 años, después de haber realizado el servicio militar (independientemente de su sexo). Estos estudiantes tienen a su disposición todo tipo de herramientas para sacar a flote toda su capacidad de emprendimiento, apoyada por las empresas, con quienes tienen una estrecha conexión.

     Y sobre todo uno de los factores más importantes que no pueden faltar en esta ecuación triunfadora: la inversión en I+D. Israel es el país con más inversión, con un 4,95% del PIB, aunque no solo invierte en intereses público, si no en público-privados, como ya hemos mencionado antes, las startups. En términos monetarios, invierte 140 dólares por persona en start ups.


    Es por esto, que las grandes empresas como Intel, Microsoft o Motorola cree allí centros de investigación y desarrollo, o Google o Facebook hayan adquirido algunas de estas start ups para sus proyectos.

   Con todas estas claves, y una doctrina de trabajo intensivo, sin miedo al fracaso y con ganas de aprender de este, se dan las condiciones idóneas para que suja esta nueva potencia: Israel.

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